
La niña del ombligo diminuto habia nacido en un rio, esto no explicaba nada, ni ayudaba a comprender. No era un rio torrentoso de aguas claras. Era un rio poco profundo, fangoso, tranquilo y verde. Como sus ojos. La niña del ombligo diminuto ademas tenía algunos abrazos pero pocas sonrisas. Pocas sonrisas, o al menos eso recuerdo ahora. Tambien tenia manos de espuma blanca y eso si que me gustaba. La noche que la conocí, conoci su ombligo. Eramos por eso, mas bien desconocidos. Me sorprendio esa visión, por eso no supe que decirle, es decir, no encontre la forma de hacerselo notar sin hacerla pasar por un momento de zozobra. Esos que evitamos tener. En fin, escondí mi mirada. La oculté y callé. Hoy, muchos dias despues, tal vez los dias mas largos del año, todavia recuerdo su ombliguito. Su ombligo pequeñito, diminuto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario